La noche se trasformaba en turbia debido al azote de ese implacable viento que venía del este y cruzando la costa Teguise acariciaba la Playa Bastián para perderse por el oeste.
Por aquel entonces hacia su entrada la estación más cálida del año en la que el silencio lo esa casi todo después del persistente elemento en la nada del horizonte lineal; y aunque apenas perceptible se veían a lo lejos destellos de luces del poblado de Arrecife.
El entorno y su fisonomía encuadraban a la perfección frente al gran mar que delante de sus ojos parecía pretender acariciar la fina y cristalina arena de esas playas desiguales acompañando a las marsopas en sus juegos familiares mientras estas generosas aguas les brindaban su cobijo eterno y cercano.
Muy bonito ,parece que estés viendo el paisaje MC
ResponderEliminarPues de eso se trata querida amiga MC. Que se introduzca en la lectura de este microrrelato el lector y pueda volar hasta ese lugar en su imaginación...
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