Quise besar a través del rocío matinal
tus labios carnosos una vez más
pero esas diminutas gotitas
desaparecieron sin dar opciones
a una escena natural.
Quise escribir tu nombre
en la brisa que percibo
cuando en la madrugada
ya despunta un día más
pero se disiparon mis líneas
en ese horizonte circular.
Quise verte mientras el astro rey
aparecía por el horizonte terrestre
pero el tiempo se esfumaba entre mi mente
y el segundero del reloj temporal
no dándome cuenta y ya en lo alto
el reinaba y tu ya no estabas.
Quise sentir ese aroma en tu piel
tan especial cuando la sal y el agua
dejan paso al ser humano tal cual
y embriagar mis sentidos
por un momento infinitesimal.
Quisiera creer que todo lo que percibo es real
Que no fuera fruto de mi imaginación
o de unos recuerdos sin más.
Tú me hacías levitar
en un éxtasis temporal, único, casi irreal.
Quise escucharte un atardecer
cuando todavía nos lo permitían
los vientos cálidos y apacibles,
casi mudos y respetuosos de esa estación estival
pero esa tarde fue calma y el silencio dio paso
a un tórrido y angustioso crepúsculo final.
Quise amarte antes que la noche entrara
como legión que solo ansia vencer
de manera apresurada para no perder
ese momento encadenado que nos uniera
y nada fuera impedimento.
Para que no dejando nada al azar
pudiéramos culminar lo que tanto anhelo
deseábamos crear.
Pero la oscuridad cerró todos los caminos
todas las sendas, todos los espacios existentes,
formando un laberinto aparente
como fin de todas las cosas que quise
alejándome irremediablemente de ti, de mi, de nosotros...
Quise tantas cosas que en ellas la vida se me esfumó
cual flor temprana que despierta, vive, brilla y muere
siendo olvidado su lugar donde nació.
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